No, y punto.


"Tú problema es que no sabes poner límites".

Esa frase me cayó como una patada en el hígado. Sentí molestia al escucharla y pensé: pero si yo tengo una maestría en ponerle límites a las personas, no cualquiera entra en mi proxemia.

Quienes me conocen saben que si tengo que decirle a alguien no, pues se lo digo sin ninguna complicación. Así que no entendía la razón de aquella frase. 

Por lo tanto, estaba más que lista para desechar aquella observación que me había hecho esa persona. Cuando de pronto me vinieron como una película, con protagonistas y todo, aquellos momentos importantes en los que debí decir no y simplemente no lo hice.

Hace algún tiempo, accedí a entrar en una relación de noviazgo, en la que, aunque había sentimientos, había también cero ganas de mi parte de querer hacerlo, sin embargo, movida por la terrible manipulación de parte de unos (tema para otro escrito), y principalmente debido a mi falta de identidad, lo hice. Si, en ese tiempo me importaba la aprobación de ciertas personas, así que sentía que tenía cosas por demostrar.

Por supuesto, fue el peor y mejor fiasco que me había sucedido, pues rápido se acabó aquella payasada, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba demostrado lo que yo decía, y aunque me salí con la mía por esa parte, lo cierto es que me detesté durante años por no haber dicho no.

Recordar ese episodio, aunado a la frase inicial, me hicieron comprender que si sé ponerle límites a las personas, pero a las que me son indiferentes. Si, ya sé que suena feo, pero así es, o personas con las que no tuve una conexión profunda.  

Esas escenas con sus protagonistas que me vinieron, tenían algo en común, todos gozaban de mi afecto, a todos los quería, más que eso, eran íntimos. Allí, comprendí el sentido de esa frase que me fastidió tanto.    

Lo que generó que se activara el látigo en mi mano contra mí con pensamientos de culpa, rabia y frustración por haber sido permisiva, por haber cedido cuando no debí, por haberme quedado, cuando debí alejarme, pero también fue así como caí en cuenta de lo común que nos resulta a las personas cometer este error con quienes amamos. 

Y no, no fue que me consolé pensando que NOS sucede seguido y a muchos, por el contrario, con todo y molestia me sirvió para desbloquear un nuevo nivel y meditar en él.


Las relaciones sanas tienen límites.


Alguna vez escuché esta frase, y mientras la recordaba entendía en una dimensión mayor la certeza de aquellas palabras, lo atinado de la frase y cómo aplica en la justa medida a cualquier relación, ya sea de amistad, hermandad, de pareja, laboral y cualquier otro tipo de relación entre humanos.

Pero no sólo debe tener límites, toda relación sana maneja un código de ética con normas, algunas se dicen y otras simplemente las sobreentienden las partes involucradas, aunque las mentes "modernas” digan que no, lo cierto es que una persona que desea tener relaciones sanas, entiende que si es absolutamente necesario poner límites.

Un empleado sabe que se debe en su lugar de trabajo a un jefe, cada uno conoce su nombre en la relación, la posición, el rol que desempeña, sus alcances y limitaciones, si algo de esto se viola, por lo general hay caos y todo acaba, pero sino, todo funciona de maravilla y pueden ser años de relación ininterrumpida hasta llegar a una jubilación. Aquí no hay romanticismo que valga, son intereses de parte y parte.

De igual forma debería suceder en todas las demás relaciones que entablemos, aún y cuando le incluyamos el corazón; pero lo cierto es que muchas veces ignoramos estos aspectos cuando le metemos sentimientos, emociones, y nos dejamos llevar por los mismos.

Nos olvidamos de establecer límites, y si lo hacemos, somos los primeros en traspasarlos excusándonos en el amor que sentimos por el otro. Esto sucede más seguido de lo que debería, y puede ser tan sutil que no nos percatamos y terminamos siendo personas con carácter débil y complaciente a todo y con todos. 

No decir en su momento hasta aquí, o fijar límites en la mente y no exteriorizarlos, es igual que darles a otros el poder de hacer lo que les da la gana con nosotros, es darle acceso a que abusen las veces que se les antoje y de la forma como mejor les parezca.

Surge entonces la pregunta ¿Qué hay detrás de alguien que no sabe decirle no a quien quiere? ¿Qué nos motiva a no decir no?

A mí me movió la falta de identidad, el miedo al rechazo, la inmadurez, inseguridades, falta de amor propio, miedo a perder, todo junto me hizo una persona fácil de manipular en ese momento.  


Y a ti, ¿Qué te impide ponerle límites a quien amas?

Piensa en esa persona a la que te cuesta decirle no, con la que te cuesta definir límites.

Revisa cuál es la verdadera razón de no hacerlo. Más allá del amor que puedas tenerle.

Ahora identifica si te sientes cómodo o cómoda con esa razón, o si por el contrario altera tus códigos de ética como persona.


El auto engaño es una característica predominante por naturaleza en el ser humano:  engañoso es el corazón más que todas las cosas, y sin remedio; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17:9. Así que atrévete a revisarte y a ponerle nombre a la intención que te impide decir no a quien amas.

¿Miedo a perder a esa persona? ¿necesidad de ser aprobado? ¿miedo a ser juzgado, a la critica, murmuración? ¿quieres evitar conflictos? ¿miedo a la reacción violenta del otro? ¿apatía, desinterés, procrastinar? en fin, te invito a revisar en tu interior y ponerle nombre a lo que no te deja establecer límites con alguien. 


Piensa en esto:

Si alguien se aleja después de establecer tus límites en la relación, del tipo que sea, es porque así debía ser, punto.

Si alguien amado se va después de un no, es porque ese amor lo sentías solo tú. Quien te ama va a respetar tus límites y comprenderá que hasta allí quieres y sientes que puedes llegar.

Cuando aprendemos a decir no, con determinación y sin titubear, conscientes de las razones que generan ese límite con plena convicción en ello, somos tildados de egoístas, porque eso es lo que generalmente nos enseñan, cuando verdaderamente no es así.

Un NO puede salvar a alguien, a nosotros y podemos sorprendernos de las grandes enseñanzas que traen consigo. 

El aprender a fijar nuestros límites con todas las personas que nos rodean, más allá de si nos resultan indiferentes o no, como familiares, pareja, amigos, compañeros de trabajo y demás, es algo que nos define, nos distingue entre el montón, porque afirma nuestro carácter y personalidad y algo muy importante, nos convierte en personas confiables.  

Yo por mi parte, seguiré practicando con mi sobrino cada vez que me hace ojitos para pedirme el celular.



Éxitos en tu introspección. 

Comentarios

  1. Me encantaaaaaaaa 😍

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  2. Aún y cuando NO, es una de nuestras primeras expresiones más asentuadas, muy cierto sucede no ponerlo a tiempo y momento, queda asumir consecuencias o aprender cómo dices , Dios nos ayude

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  3. La vida es un aprendizaje permanente...ese no saber decir No , en esa primera relación te ha ayudado a crecer y ser quien eres ahora. Vamos aprendiendo al caminar..Están buenos tus relatos. Bravo.

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    1. Absolutamente. Hay No que traen muchas enseñanzas detrás.

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  4. Buenísimo princesa.cuantos NO me callé y me tuve que calar muchos momentos desagradables feos

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    1. Estoy segura que aprendiste mucho y ya no es igual que antes. 👌👍

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  5. Es una de las cosas más difíciles de aprender y practicar , el decir NO. Excelente !!!

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    1. Estoy de acuerdo, no es tan fácil y sobre todo porque ni cuenta nos damos. Gracias por leer 🤗

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