Quédate conmigo



De camino al colegio para buscar a mi sobrino más pequeño,  vi el reloj y noté que iba sobre la hora, así que aceleré el paso y luego decidí correr. 

Me veía bastante rara en el centro con tantas personas y en pleno mediodía, pero honestamente no era algo que me interesara en ese momento; yo iba pendiente de que el niño no saliera antes de mi llegada. 

Ya notarán en mis escritos que mis sobrinos son fuente de inspiración para mi, así como también que vivo con monólogos y diálogos internos, y en efecto, comencé un diálogo mientras corría. 

Pregunté, ¿Por qué me angustia que ellos salgan de clases, especialmente el más pequeño, y no vea a nadie conocido? Incluso si son segundos de retraso, no me gusta. 

Y enseguida esa voz interna que sabes que no es la tuya precisamente, pero que te da tal claridad, que disipa toda confusión, me respondió: "te angustia que él sienta lo que tú sentiste."

Y fue allí cuando me trasladó el pensamiento a mi cumpleaños número 5, estaba en mi fiesta con los demás niños, ellos jugaban y yo estaba pendiente de la llegada de mi papá, emocionada me paré frente a la ventana a esperarlo (ya no vivía en casa), y al verlo mi emoción fue indescriptible. 

Me llevó una muñeca muy linda que me encantó y la cuidé por los menos hasta pasada mi adolescencia, sin embargo, mi atención era más para mi papá que para la muñeca, y ni hablar de los demás invitados. 

La noción del tiempo ya no la tengo, pero la sensación de que se fue muy rápido del lugar, si es clara. 

Al irse, yo quedé con la muñeca abrazada y mirando su espalda. Luego de un rato, me auto consolé y seguí en mi fiesta. Pero fue tal el impacto a mi "yo niña", que a partir de ese momento el sentimiento de abandono me acompañó, y fue reforzado por más episodios en los siguientes años.

Nunca es tarde cuando la dicha es buena 

No fue sino hasta los 25 años cuando pude verdaderamente identificarlo en mí, ponerle nombre y comenzar a trabajar con conciencia en un sentimiento que estaba muy arraigado y se manifestaba de varias formas. 

Eventos tan simples como: 

- Saber que alguien querido se iba de viaje, aunque fuera por corto tiempo, incluso si no nos veíamos con frecuencia, ya me hacía sentir nostalgia y soledad. Prefería que no me dijeran sino hasta que ya estuviese de regreso.

- Cuando por trabajo tuve que viajar sola en repetidas ocasiones, lloraba en el asiento del avión, desde que despegaba hasta que aterrizaba.

- Tener a alguien al lado y sentir que no tenía a nadie, con méritos o no para ello, era indistinto, yo me sentía igual.

Sabía que no era sano, que debía superarlo, o de lo contrario, seguiría tomando pésimas decisiones y teniendo pésimas actitudes. 

El proceso para sanar fue interesante. 

Recuerdo que en medio de una situación bien extrema y difícil, viajé a casa de mi papá, pude estar sola con él varios días y hablarle de lo que yo sentía, él me escuchó y me explicó por qué se fue en aquel entonces. No precisamente de la fiesta. 

Muchas veces, la tormenta está en la mente

Escucharlo me dio una nueva perspectiva, más empática, por cierto. Me enseñó que el abandono puede llegar a tener una fuerte dosis de subjetividad, es como uno lo siente, que no precisamente es como la otra persona lo hizo.

                ***Yo no abandoné a mi sobrino en el colegio, llegué, exactamente dos segundos después de su salida, vi el celaje de su morral cuando se devolvió con su maestra, pero él sintió miedo y pensó que lo habíamos olvidado. Me lo dijo y yo no le dije que corrí para llegar.***

Al volver de aquel viaje, estaba lista para nuevas decisiones en mi vida; en los siguientes tres meses acabé con relaciones dañinas de las que pensaba no iba a salir jamás.

Esto, debido a que comprendí que no por sentir abandono, verdaderamente estaba abandonada, y no por tener a alguien al lado, verdaderamente estaba acompañada. 

Así que emprendí el mentado viaje del auto descubrimiento. Aprendí a valorar al máximo el estar yo con yo, a conocerme, y me gustó tanto que luego tuve miedo de acostumbrarme a estar así, pero esa es otra historia. 

Las razones para que alguien querido se aleje de nuestras vidas son incontables; puede ser voluntario o no, merecido o no, con razón o sin ella, y aunque hay una delgada línea entre el abandono y el rechazo, en mi opinión, la gran diferencia la marca la intención que se tiene para hacerlos, y reitero, suele haber mucha subjetividad en el abandono, y a éste me refiero, sin ánimo de invalidar la existencia del abandono intencional y consciente.

Algunas personas llegan a sentirse abandonadas por la muerte de un ser querido, pero no se puede hablar de abandono en un acto natural que no podemos controlar, solo sucede, sin embargo, si es posible que quien sufre la pérdida así se sienta, abandonado. En el caso de hijos con padres divorciados, si los padres siguen presentes y pendientes, aunque haya cierta distancia y un nuevo estilo de vida, no se debería hablar de abandono realmente. Es necesario superar ya esa idea, pienso yo. 

En el tema anterior, el rechazo, mencioné que cada uno debe aprender a lidiar con él, y con el sentimiento de abandono sucede exactamente igual. 

En este sentido hay que comprender que nadie nos pertenece, que no le pertenecemos a nadie, ¿Qué sucedería con el sentimiento de abandono  si comenzáramos a ver a las personas como aves de paso en nuestra vida, y viceversa, que llegaron para enseñarnos algo por un lapso de tiempo, unos más largos que otros, y que luego continúan su camino? 

No estoy segura si dolería menos, pero si creo que nuestro corazón estaría sano en esa área y no herido, resentido manifestando abandono con un trasfondo que es realmente subjetivo. 

A mi sobrino le expliqué que suceden cosas y nos podemos retrasar en ocasiones, pero que debe tener la seguridad de que no lo olvidamos, que lo amamos y estamos pendientes de él, de su seguridad y que sólo tiene que esperar un momento y no dejar que el miedo se apodere de él. Además, que por sobre todas las cosas, Dios lo cuida y lo abraza cuando se sienta solo. 

Oré por él y confío que para la próxima recordará mis palabras, así como yo constantemente recuerdo que aunque mi padre y mi madre que dejaran, con todo, Jehová me recogerá. Sal. 27:10. Ese ¨con todo¨ me encanta, pues significa que no me pone condiciones, me recoge aún en el peor estado de mi corazón, con mi debilidad, con mi pecado y con la inmundicia que pueda haber en mí. A alguien como él, con todo gusto y de buena gana le pido una mil veces Quédate conmigo. 

Comentarios

  1. Atinado comentario, la soledad y el abandono suelen ser más facturas que le pasamos a la vida, que el hecho como como tal.

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    1. Es posible. Gracias por leer y comentar. Te invito a compartirlo 👍

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  2. Que hermosa reflexión amiga....

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  3. Para un niño es dificil entender que sus padres no están juntos. También los padres deben entender que la relación como conjugues terminó y que la de padre/hijo , no termina jamás. Bueno que suoperaste ese episodio de tu vida y que sigues creciendo. Bravo!

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    1. Si, al final todo es superar y avanzar. Gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar. Saludos

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  4. Hermosoooo , felicidades mi Mayanooo, tqm

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    1. Jajajajajaja por muy anónimo que sea, te reconocería siempre 😂😂 gracias. Bendiciones para ti y los tuyos ❤

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  5. “El estar yo con yo”….genial. Necesario. Hace tiempo aprendí que no quería vivir “sin migo”. Esa fue la clave para poder convivir con otros. Una vez más querida, ¡excelente escrito! No me dejó registrar mi nombre y hace tiempo decidí salir del anonimato así que por aquí te firmo, Jeannette.

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  6. Jajajajaja gracias por estar presente aún en la distancia 🤗🤗🤗 y si, coincido, aprender a estar conMigo para saber estar con otros ❤ gracias por darse el paseo por este blog y comentar mi profeta amada❤🙏

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  7. Excelente, me gustó bastante. Felicidades sigues así. Saludos y abrazos

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    1. Gracias, gracias por tomarte el tiempo de leerlo. Bendiciones

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